Agustina Heredia decidió inscribirse en el programa de capacitación virtual y gratuito que llevamos adelante junto a Fundación INCOTEDES, para renovar la distribuidora que fundaron sus padres y crear un círculo virtuoso: todo lo que aprende se lo transmite a sus compañeros de trabajo y ellos, a su vez, a los kiosqueros y almaceneros con los que trabajan.
Ya pasaron algunas semanas, pero en el galpón de la Distribuidora Loustalot, en la localidad bonaerense de Azul, todavía todos recuerdan la tarde en la que Agustina Heredia brindó una capacitación para el personal. La hija de los propietarios del comercio es una de las más jóvenes del equipo de 10 empleados, pero no tuvo problemas en ponerse al frente y, sola con su computadora, empezar a proponer ideas y cambios en los procesos para que el proyecto siga creciendo. “Fue un día divino, y ella se expresó muy bien. A mí me emociona porque le veo muchas condiciones para tomar las riendas en el futuro”, asegura Carolina García, su mamá.
Agustina es una de las participantes de Sigamos Abiertos, el programa que Coca-Cola Argentina y sus socias embotelladoras llevan adelante con el apoyo de Fundación INCOTEDES para potenciar a sus principales clientes: los pequeños comercios de barrio. De manera virtual y 100% gratuito, allí se capacita junto a otros 600 comerciantes de todo el país en temas como liderazgo, ventas, atención al cliente, finanzas, negocios y marketing digital, para lograr un impacto positivo en su negocio. “Comparto con los chicos todo lo que voy aprendiendo y después ellos se lo transmiten a nuestros clientes, que en muchos casos son kioscos y pequeños almacenes. Quiero formar una cadena virtuosa”, explica la joven.
Para Agustina la idea nació naturalmente, porque el trabajo es una parte integral de su vida: ahí estaba ella de muy pequeña cuando sus padres montaron el negocio, que primero fue de cosechadoras y luego la crisis de principios de siglo los empujó a buscar nuevos rumbos; y ahí mismo está ahora, con 29 años y una hija de seis. Su enorme dedicación hizo que hasta decidiera irse a vivir justo al lado. “Eso tiene sus pros y sus contras, porque muchas veces soy la que tiene que responder ante una emergencia los fines de semana... ¡Pero lo positivo es que me puedo levantar dos minutos antes de entrar a trabajar!”, bromea.

Si bien ella se encarga sobre todo de la parte contable, dice que no tiene problemas en dejar de lado ese rol para ayudar, si hace falta, a cargar cajones o moverlos con una autoelevadora. “Me gusta ser una carta comodín”, dice. “Me puede tocar la limpieza o descargar un camión, y está bueno saber hacerlo. Así son las cosas en las empresas familiares”, agrega con una sonrisa.

Agustina siente que su rol como representante de la nueva generación es, precisamente, tomar todo lo bueno que hicieron sus padres y tratar de potenciarlo con nuevas herramientas. “Ellos siempre tuvieron lo más importante, que es el instinto y el compromiso. Yo quiero sumarle análisis y conocimientos”, detalla. Y en ese camino encontró que Sigamos Abiertos le dio lo que buscaba: “Uno a veces está tan sumergido en lo suyo que no puede ver el contexto. Y este curso me hizo ver que hay un montón de cosas que se pueden mejorar. Que un comercio esté estable, hoy ya es mucho pedir. Y que gane, ni hablar”, enfatiza. Y define: “A eso tenemos que apuntar y hacia allá vamos”.