El cartel en su oficina, que atesora con cariño, le recuerda la fecha: 2 de mayo de 1989. Ese día, Sonia Marinic pisó por primera vez la embotelladora de
“Había empleadas en el área comercial, pero los sectores estaban muy separados entre sí. En la parte productiva, no había ninguna. ¡Y así estuve durante mucho tiempo! Es cierto que en ese momento era algo disruptivo, pero hoy las cosas cambiaron y ya todo está más equilibrado”, asegura Sonia en diálogo con Journey. “Al principio tuve que acostumbrarme, pero no fue un proceso complejo porque el entorno me ayudó mucho; siempre hubo respeto entre todos y nos tratamos como iguales. La política inclusiva de la Compañía allanó mi camino”, destaca.
Oriunda de Luján, provincia de Buenos Aires, Sonia se había mudado a Chubut unos años antes en busca de nuevas oportunidades laborales que no tardaron en aparecer; trabajó primero en la planta Menipal y luego en
Sin rutinas
Sonia cuenta que en la actualidad, mientras desayuna suele empezar a leer los informes productivos y a las 8 de la mañana ya está en su oficina. “Todos los días tenemos desafíos nuevos, lo que nos obliga a estar atentos y a aprender constantemente para mejorar. Acá no existe la rutina”, asegura sobre el día a día en la planta de Trelew, que produce unos 45,5 millones de litros de bebidas anuales.
En cuanto al futuro y a la hora de afrontar una nueva etapa de su vida, Sonia es clara: “Estoy llena de proyectos y me encantaría seguir trabajando, pero también entiendo que hay que dejarle lugar a los más jóvenes”, dice y se emociona al pensar en su vida fuera de la planta. Pero enseguida aclara: “Antes de dar un paso al costado quiero consolidar muchas cosas. Y bueno, cuando me toque irme, sin dudas me llevaré todo esto en mi corazón”.
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