Caitlin Bowron pasa sus días entre una colección de arte que vale millones de dólares. La responsabilidad que tiene es grande, pero eso no implica que sostener en sus manos un Picasso deje de ser especial para ella.
Bowron, Gerente de Marca y Bellas Artes de
Según Caitlin, trabajar con esa calidad de obras de arte no deja de sorprenderla y le da ese momento “¡wow!, esto es lo que hago todos los días”. Cuenta que cuando era chica tenía diferentes aspiraciones: quiso ser bailarina de ballet, un sueño que en cierto sentido se volvió realidad cuando su tía la llevó a un museo con obras de Edgar Degas, cuyo arte se centra principalmente en el tema de la danza. Más tarde, su abuela le dio lo que para ella es todavía “uno de los regalos más preciosos que jamás recibí. Era un libro con imágenes a basado en la famosa escultura de Degas, “La Pequeña Bailarina de Catorce Años”.
En 2013, Bowron visitó el Museo de Orsay en París e ingresó a una sala dedicada a Degas, donde recuerda haberse quedado boquiabierta ante la belleza de la cual había estado tantos años enamorada: tenía frente a ella a “La Pequeña Bailarina de Catorce Años”. “Mis ojos se llenaron de lágrimas. “La luminosidad y la sencillez de esa pequeña niña; las emociones por los recuerdos en torno a esta pieza en un libro que me dio mi tía; la experiencia humana de contemplar algo tan exquisito y que significa tanto para una persona es increíblemente único e irremplazable”.
Desde 2015, Bowron comparte su pasión por la belleza artística en
En los últimos meses, ha curado las recientes exposiciones del campus central en The
Pero el arte está ahí para ellos y esa idea se mantiene desde hace 31 años, cuando se creó el Departamento de Bellas Artes de
“Tener la oportunidad de observar obras excepcionales en persona es algo único. Lamentablemente, en muchas oficinas no cuentan con los recursos para hacerlo, pero nosotros sí los tenemos”, señala orgullosa.
Cuando Bowron cura una exposición de arte, crea un diseño para la exhibición. Su objetivo es organizarla de manera tal que sea lo más significativa posible para los observadores. Se encarga de colocar cada pieza de una serie y decide dónde debería estar cada una. “Es una tarea que requiere precisión con cada ubicación”, explica. Y confiesa que siempre tiene en cuenta la circulación e imagina la experiencia que le gustaría que experimenten los empleados cuando vean la muestra dos semanas más tarde.
Una de sus colecciones favoritas en
Para Bowron, los frutos de su trabajo adoptan la forma de conversaciones que se escuchan en los pasillos. “Observar esa pausa y mirar a las personas aminorar su paso y tomarse un momento en su día para disfrutar del arte es increíble”.
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