Llueve en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), donde los grandes atletas argentinos se preparan para las citas deportivas más importantes. Faltan pocos días para que comiencen los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires y el entrenamiento de salto con garrocha se suspende momentáneamente a la espera de que pase el chaparrón. Pablo Zaffaroni, gran promesa local de esta disciplina, aprovecha la pausa para visualizar su próxima pasada: en cámara lenta recrea los movimientos con los que intentará llegar lo más alto posible.
“Mi corta carrera está dando muy buenos resultados si pensamos en el poco tiempo que pasó desde que empecé a saltar con garrocha”, asegura Pablo, quien con 17 años ya ganó pruebas provinciales en su Entre Ríos natal, además de competencias nacionales e internacionales. Se lo nota seguro y con muchas ganas de conseguir una medalla olímpica: “Las marcas para llegar al podio son factibles de alcanzar. La idea es pelear lo más alto que pueda. Con los entrenamientos estamos puliendo aspectos técnicos”, explica.
La historia del salto con garrocha se remonta a la antigua Grecia. En sus orígenes, la prueba no consistía en saltar en alto, sino lo más lejos posible. En la actualidad, el salto con garrocha consiste en superar una barra transversal situada a gran altura con la ayuda de una pértiga o garrocha flexible, que mide entre 4 y 5 metros de longitud y suele estar hecha de fibra de vidrio y carbono, materiales que reemplazaron al bambú y al metal originales.
No hay duda de que la disciplina requiere de una técnica muy depurada, pero también de mucha agilidad, flexibilidad y potencia. En esta etapa final de preparación de cara a los JJOO de la Juventud, Pablo y su entrenador trabajan especialmente en corregir cuestiones técnicas y son conscientes de que jugar de local tiene sus pros y sus contras. “Hay más presión y más emociones. Es tu país, tu gente, tu familia, te miran de todo el mundo”, detalla Pablo.
Relevista olímpico
Pablo es oriundo de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y está cursando el último año de la Secundaria. Cuando la antorcha olímpica llegó a la Argentina, meses atrás, él fue el relevista encargado de portarla por las calles de su ciudad. “El paso de la antorcha fue un momento muy emocionante para Concepción. Fueron todos a apoyarme: familiares, amigos y vecinos”, recuerda.
Entre el entrenamiento y el estudio, a Pablo le queda poco tiempo libre: “Lo que más me relaja es tomar una buena merienda y desconectar un rato mirando una buena serie o escuchando música, para no pensar en el deporte el cien por ciento del tiempo”, explica.
Como joven atleta en constante evolución, Pablo fue elegido para integrar el “Team de Embajadores Powerade”. Tanto él como el resto de los embajadores de la marca –los deportistas de la delegación argentina Celina Di Santo (hockey), Delfina Pignatiello (natación) y Valentina Aguado (escalada deportiva)– fueron seleccionados porque más allá de su performance, todos son ejemplo de auto-superación, disfrute por el juego y responsabilidad.
Powerade, la bebida deportiva de la Compañía
Pablo sabe de la importancia de llevar una buena alimentación e hidratación, aspectos fundamentales antes, durante y después de los entrenamientos y las competencias: “Se puede poseer talento, pero si no se lo acompaña con un buen descanso, una buena hidratación y una alimentación balanceada no se puede exprimir al máximo todo lo que uno tiene para dar”, concluye.
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